El Día Después de la Gota Fría

El Día Después de la Gota Fría

El terror inundó Valencia. Caos, culpa y resignación. Así fue la noche del día de ayer para los valencianos. Cayó tal cantidad de agua, que dejó a todos patidifusos ante este fenómeno natural. Lo que en un pasado fue conocido como Gota Fría, y hoy denominado Dana por los vividores del cambio climático™, hizo acto de presencia. Su paso fue tan devastador que no se veía tal grado de virulencia desde los años 50 del siglo pasado. Fueron horas críticas y de consecuencias fatales, pero pasada la tormenta llega la calma, o eso es lo que quieren que creas.

El Día Después ha llegado, es la hora de contar los múltiples desperfectos materiales; cómo han caído las estructuras que mantenían las redes de telecomunicación fruto de la tempestad, hacia dónde fueron a parar los incontables coches que fueron desplazados por la riada, y, sobre todo, la parte más crítica y omitida del relato, qué pasó con las personas desaparecidas. Al momento que redacto esta nota, el recuento oficial de muertes se eleva a un centenar, que previsiblemente se elevará dada la confirmación del destino de los desaparecidos. ¿Realmente ha llegado la calma tras la tormenta? Permítanme dudarlo.

El Día Después exige duelo por las víctimas y reparaciones para los damnificados, pero también respuestas. ¿Pudo haberse evitado esta desgracia? Probablemente sí. ¿Qué hubiese sido de nosotros si el aviso de emergencias se hubiera transmitido antes de las 20:00, hora crítica del desastre? ¿Por qué los políticos no movieron un dedo, con un plan de previsión, cuando se sabía, cinco días vista, que las consecuencias podrían ser fatales? ¿Dónde estaban los responsables de desmantelar servicios públicos de emergencias y presas cuya misión es la de prevenir desgracias? ¿Por qué había gente obligada a trabajar con el agua por la cintura?

Son muchas cuestiones las que asolan en el Día Después. Todas ellas quedarán sin responder y sin reparar, el duelo servirá de silencio para expiar la culpa de los responsables. Mientras, parte de la ciudadanía consciente se moviliza para ayudar en todo lo posible a los damnificados, una caridad no correspondida, pues los impuestos sirven para sufragar a quien tiene las competencias para ayudar, pero ante la inacción de la instancia superior, no queda otra que arroparse unos a otros. La otra parte de la ciudad, poblada por okupas y egoístas, solo se limitará a observar, y quien sabe si a rapiñar. Este es el Día Después de la Gota Fría. Espero que sirva para aprender algo.