Consecuencias fatales, ¿llegan los vigilantes?

El Día Después ha terminado, y todo sigue igual. Se apagan los lamentos y llega la resignación. Toca trabajar duro y esperar a que venga la ayuda. Pasan los minutos, las horas, y no llega nada. Los políticos se esconden, alguno aparece ataviado con un equipo propio de la serie Top Gun, por supuesto, en el área menos afectada de la denominada ‘zona cero’. Hay que preservar la integridad de nuestros representantes, no vaya a ser que pillen un resfriado por ayudar a los damnificados. Un selfie y de vuelta al coche oficial. No se olvide a darle like, buen ciudadano, eso sí, cuando vuelva Internet, sin prisas.
Hay que seguir adelante, pero afloran los problemas, sobre todo en los pueblos. Allí reina la anarquía, son múltiples las disputas por una pieza de fruta, y esto es sinónimo de pelea. Muchos hacen acaparamiento y se aprovechan de la ayuda vecinal, son los de siempre, los okupas y los egoístas, los que antes actuaban así y mirábamos para otro lado, pero, tras el Día Después, ya no nos podemos permitir ese lujo. Otros se dan cuenta, ellos también quieren comer, y la desesperación entra en juego. Ahora gana el más fuerte, mera supervivencia, como en las películas y series pos-apocalípticas que usted veía tranquilamente por la noche en su casa. Las fuerzas del orden hacen lo que pueden con los pocos medios que tienen, la ‘zona cero’ exige triplicar esfuerzos, y a veces, no es suficiente. Cae la noche, y en algunos pueblos hay un toque de queda auto-impuesto, es hora de dejar la pala, se desmontan los puestos de recogida. Si el día es peligroso, imaginen pasadas las 20:00. Los robos y saqueos aumentan, quedan desvalijadas las farmacias, los supermercados, la mayoría por necesidad.
¿Y ahora qué? Es la hora de los iluminados, de aquellos que se disfrazaron para Halloween, mientras sigue aumentando el número de víctimas. <<Todo está bien>>, claman algunos. <<Estos robos se hubieran evitado con más control>>, afirman otros con rotundidad. Y ahí está la clave. De todo se aprende, y ahora se buscará la aclamación popular para que el Gobierno esté habilitado para una intervención exagerada e invasiva a costa de nuestros derechos. La inacción crea inseguridad, la inutilidad genera convencimiento y la maldad trae evidencia. Aprendamos de Valencia, de cómo fuimos abandonados. Distingan al lobo que se oculta tras la piel del cordero, pues ellos traerán a los vigilantes para acabar con los robos y los saqueos. Qué bien suena sobre el papel, pero, ¿confiarás tu seguridad en aquellos que generaron estos mismos problemas?, y sobre todo, ¿quién vigilará a los vigilantes?